abril 01, 2011

Reseña: The Subtle Knife - Philip Pullman

Casi año y medio ha pasado desde que leí The Golden Compass, el primer volumen de la saga de His Dark Materials, de Philip Pullman, así que creo que ya me había tardado en leer y comentar la segunda parte de la serie, The Subtle Knife (La Daga). La principal razón para dejar tanto tiempo entre la lectura de uno y otro libros viene de una conversación que tuve con Santiago un par de meses después de leer el primero.

Aparentemente a él le molestó tanto este segundo libro que simplemente decidió abandonar por completo la serie y ni siquiera buscar hacerse del tercer volumen de la saga. Dado que siempre he respetado mucho su opinión decidí tomar su advertencia con seriedad pero sin permitir que se convirtiera en la razón para ni siquiera darle una oportunidad al libro. Opté entonces por dejar que el libro aguardase un tiempo para que los comentarios de Santiago no estuviesen tan frescos y presentes durante su lectura y por ello es que demoré tanto en llegar a leerlo.

Will Parry es un niño de doce años con demasiadas preocupaciones para su edad. Su padre desapareció cuando él apenas era un bebé y desde entonces vive solo con su madre, aunque en los últimos años parecen haberse invertido un poco los papeles y ser él quien cuida de ella, quien aparentemente sufre de alguna enfermedad nerviosa. Luego de que un par de extraños les han estado acosando e incluso parecen haber entrado en al menos una ocasión a su casa en busca de algo, Will decide que no es seguro permanecer ahí. Tras dejar a su madre bajo el cuidado de su vieja maestra de piano, Will regresa a su casa a tratar de averiguar que puede ser lo que esos hombres entén buscando.

Una vez localizado el objeto de su interés, Will se dispone a abandonar el departamento y volver con su madre, pero en ese momento los dos hombres regresan. Will decide esconderse e intentar escabullirse a la primera oportunidad, pero es descubierto por uno de los hombres y en su intento de escapar accidentalmente lo tira por las escaleras. Convencido de que ahora la policía lo buscará por homicidio, Will decide no volver con su madre, quien seguramente estará a salvo donde la dejó, e intentar resolver el problema por su cuenta.

Mientras busca un lugar para esconderse, Will descubre un pasaje a otro mundo, a una ciudad aparentemente abandonada. Mientras explora las tiendas y locales en busca de comida, Will encuentra a Lyra, la protagonista de The Golden Compass, quien aparentemente llegó allí junto con su inseparable daemon Pantalaimon tras cruzar el portal creado por su padre, Lord Asriel, al final del volumen anterior.

Lyra y Will descubren que proceden de versiones paralelas de Oxford, por lo que Lyra decide buscar información sobre su padre o su trabajo en el mundo de Will. Will se siente renuente a ayudarla pero terminan convirtiéndose en aliados, sobre todo luego de que el Aletiómetro le indica a Lyra que debe ayudar a Will a encontrar a su propio padre.

Mientras tanto, en el mundo de Lyra, Serafina Pekkala busca a la niña, a quien cree perdida. Tras descubrir que Mrs. Coulter desea averiguar que dicen las profecías sobre el destino de Lyra decide abandonar temporalmente su búsqueda para convocar al Consejo de las Brujas, donde se decide que ayudarán a Lord Asriel en su lucha contra el Magisterio y la Iglesia.

A diferencia del primer volumen, este libro no se centra solo en Lyra y su búsqueda o en las acciones de Lord Asriel, siguiendo en cambio varias secuencias paralelas y confiriendo mayor importancia a personajes como Serafina y las brujas, o el explorador Lee Scoresby, además, claro, de Will. Entre eso y el tono más oscuro y ominoso que tiene la historia, las cada vez más incisivas críticas hacia la religión organizada como mecanismo de poder, y la cimentación cuasi-metafísica del fondo de la historia (el Polvo y la materia oscura parecen ser uno y lo mismo) creo entender de donde viene el recelo que algunos lectores, incluido Santiago, sienten por este libro, pues sienten que se aleja demasiado del tono fantástico e historia de aventuras tan marcados en el primero de la serie.

Y sin embargo, a mi me gustó bastante. Nunca he tenido problemas con libros que trivialicen el canon religioso para incorporarlo a su mitología ni me ha molestado que se lancen críticas a las religiones como establecimiento, pues mayormente son ideas que comparto. Y si bien el tono del libro varía considerablemente en relación al anterior, encuentro que las diferencias no son tantas como para pensar que la historia no de dirija al mismo desenlace.

De hecho, encuentro admirable que un autor esté dispuesto a escribir lo que siente y piensa sin preocuparse por mantener la fórmula que lo lanzó al éxito o por cuidarse de no ofender a sus fans. No hay nada más valioso que la honestidad con uno mismo y creo que así se asegura que el final de la saga sea lo que su creador concibió y no lo que los fans hubiesen querido, independientemente del resultado.

De ningún modo pretendo dejar pasar tanto tiempo para leer la tercera y última parte de la serie, por lo que muy probablemente en un par de meses estaré comentando mis impresiones del mismo y de la saga en su conjunto.

Altamente recomendado, aunque con algunas reservas en el caso de gente demasiado quisquillosa en temas religiosos

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